jueves, 19 de noviembre de 2009


El rey Alfonso X, tenía buenas virtudes, pero había arruinado a la hacienda nacional y empobrecido al pueblo. Ante el descontento su propio hijo se alzó en armas para restablecer la ley y el orden; sin usar la fuerza, atrajo a sus partidarios y evitó el combate directo con su padre. Con un poderoso ejército fue reconocido como rey, siendo jurado y acatado en todas las ciudades menos en Sevilla, donde el rey Alfonso X se había refugiado.
Don Sancho dejó que la ciudad siguiera fiel a Don Alfonso hasta sus últimos días sirviéndole, y como muestra de su gratitud a Sevilla, concedió al Ayuntamiento que en su escudo pusiera el lema con las sílabas NO y DO, y entre ellas una madeja.
Su lectura es: NO-MADEJA-DO, que es la expresión fonética sevillana con que se pronuncia la frase NO ME HA DEJADO.

viernes, 13 de noviembre de 2009





viernes, 6 de noviembre de 2009


La Cabeza del Rey Don Pedro.
En una calle de Sevilla, llamada del Candilejo (en el número 30), como consecuencia de una historia que os voy a contar, hay una hornacina con el busto del Rey Don Pedro I de Castilla, llamado el Cruel o el Justiciero. Está vestido al estilo de los caballeros medievales, con su corona y manto reales.
Con su mano derecha empuña el cetro por una de sus puntas y lo apoya sobre su hombro por la otra. La mano izquierda descansa sobre el cinto presta a tomar la espada.
Hay que recordar que, el Rey Don Pedro, nació en Burgos pero eligió a Sevilla para su residencia real. El Alcázar de Sevilla fue el lugar elegido para regir los destinos políticos de la Castilla de la segunda mitad del siglo XIV. Fue rey de Castilla y de León desde el 26 de marzo de 1350, poco antes de tener 16 años, hasta su muerte con 35.
La leyenda y la historia dicen que, al Rey Don Pedro, le sonaban las canillas al andar. Debido a un defecto en sus rodillas (durante su infancia tuvo una parálisis cerebral que le impidió tener un desarrollo completo de su cuerpo), cuando andaba, sus rótulas crujían como nueces, existe otra versión que explica que le crujir de las rodillas era consecuencia de una caída de caballo.
A consecuencia de una conversación con Domingo Cerón, el Alcalde del Rey, quien afirmaba que, en la ciudad, no se cometía un delito sin tener su castigo, el Rey quiso comprobar la verdad por sí mismo.
Una noche salió embozado del Alcázar con su capa en busca de riña. Curiosamente, en esta salida, se encontró con un enemigo odiado por él en la ciudad de Sevilla, uno de los Guzmanes, Conde de Niebla, que junto a su familia había propalado murmuraciones y sátiras contra el Rey, cuya gravedad llegaba a constituir delito.
El Rey desató su ira sobre el oponente y tras una dura lucha espada con espada, atravesó su pecho no dándole opciones a seguir respirando.
Con el ruido de los aceros, una anciana sobresaltada cogió su candil y avanzó hasta la ventana de su habitación que daba a la calle. Al cerrar la ventana, aterrada de miedo por lo que había visto, el candilejo se le cayó al suelo, justo junto al Guzmán herido de muerte. Apoyada sobre la ventana, intentando imaginar lo que pasaría cuando encontrasen su candil junto al cadáver, pudo oír claramente un crujido, como de nueces al chocar, alejándose del lugar.
A la mañana siguiente, en la Sala de Justicia, los Guzmanes presididos por Don Tello Guzmán, conde de Niebla, se presentaron para exigir justicia y que se buscase al culpable de la muerte de uno de su hijos.
El Rey, les indicó que según sus noticias le encontraron con la espada en la mano y la herida en el pecho, por lo que parecía tratarse de un duelo entre caballeros y no un asesinato, pero en cualquier caso prometió hacer lo posible por encontrarlo y concluyó: "Cuando se halle al culpable, haré poner su cabeza en un nicho en la misma calle donde se le dió muerte.".
Pasaron los días, cuando los alguaciles trajeron a una anciana que había resultado ser testigo del lance de la muerte del Guzmán. Pero ésta se negaba a hablar como no fuese en presencia del Rey.
El Rey curioso por el testimonio probó suerte en público e inquirió a la anciana; "Dinos a quién vistes en el duelo y no te ocurrirá nada".
Entonces la anciana, sin mediar palabra se acercó al Rey, y le dijo “mirad por aquella ventana y lo veréis enfrente”, realmente no le señalaba a una ventana sino a un espejo, Don Pedro miró hacía el espejo, se contempló despacio y le dijo a la anciana : “ Lleváis razón ese hombre que se ve por la ventana, es quién mató al caballero Guzmán. Pero de ahora en adelante os prohíbo que lo digáis a nadie más, so pena de mandaros ahorcar”

El Rey Don Pedro I de Castilla, llamado el Justiciero, cumplió su promesa ordenando llevar oculta en una caja de madera la cabeza del culpable que fue colocada tras una reja en la hornacina .
Tras su muerte la caja se abrió y para sorpresa de todos apareció el busto del monarca en el lugar del suceso, donde hoy día aún se puede contemplar, junto a la calle Candilejo…